Pura y Limpia del Postigo | LA LUZ DE UN DOMINGO DE RAMOS
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LA LUZ DE UN DOMINGO DE RAMOS

14 Abr LA LUZ DE UN DOMINGO DE RAMOS

Suena el despertador de la mesilla y el cielo más celeste, el sol más radiante y el aire más puro dan la bienvenida a aquel día señalado con varios círculos de lápiz en el almanaque que cuelga de aquella alcayata clavada en la pared.

Sevilla empieza a oler café del bueno, de aquel café sevillano que llenaban las alacenas de las viejas cocinas españolas y a ruedas de calentitos que siguen añorando su Postigo del Aceite.

Se abre la ventana de la pequeña casa del Arenal para que aquel aire fresco inunde de felicidad la vieja alcoba, con el runrún de los  sonidos a gloria que repica la Giralda por sus cuatro «costaos», para anunciar al mundo que Jesucristo está en la puerta de la ciudad.

Sevilla alza la vista y empieza a ver en la lontananza un rosario de palmas que se acercan para presentarnos a un Cristo vivo y radiante de esperanza, que volverá a morir por nosotros, como cada año, para enseñarnos el único camino de la verdad y la vida.

La cuaresma, esos 40 días de preparación para llegar al día de hoy, han llegado a su fin para dejarnos ese «saborcito» agridulce de quien sabe que la fiesta grande está a punto de comenzar a la misma vez que todo empieza a terminarse.

El alfa y el omega se enreda caprichosamente en el corazón del sevillano, entrelazados en una sinrazón de sentimientos que nos acechan y afloran en direcciones opuestas.

El Dios que muere para convertirse en Vida Eterna. El Hijo que se deja crucificar para salvarse. La gran fiesta de la ciudad contra su sentido profundo y religioso en la eterna dualidad que, una vez más, vuelve a enriquecer a Sevilla.

Las palmas se entremezclan con capas blancas que revolotean por aquel barrio del 29. Poco a poco, Cristo se abre paso entre la muchedumbre que se agolpa en el romántico parque, para adentrarse un año más en Sevilla.

Ha llegado la hora. La cuidad luce. Lo hace de una forma especial, con un brillo distinto. Sevilla vitorea la Sagrada Entrada de Cristo y los niños corretean por la «rampla» de los sueños, fabricada con los mensajes que cada sevillano le ofrece al Hijo del Padre. Con cada oración, con las peticiones que tenemos guardadas en el cajón.

Enhorabuena sevillanos, que otra vez anda el Señor entre nosotros para sacarnos de la oscuridad y ofrecernos el camino. Que otra vez viene a darnos la buena nueva de Dios. Que otro año más viene para quedarse en nuestros corazones

Enhorabuena, sevillano, porque ha amanecido un nuevo día con la LUZ DEL DOMINGO DE RAMOS

 

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