Pura y Limpia del Postigo | Los nuevos tiempos
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S. XIX-XX: El paso hacia los nuevos tiempos

Es en 1885, cuando la Hermandad entraría de lleno en una nueva forma de entender la piedad popular y de enfocar los fines de las Corporaciones piadosas.

 

Y nuevamente tenemos que hacer constar, que esto no se produce por un movimiento más o menos aislado, sino que es el reflejo de una nueva mentalidad, de un nuevo espíritu, más apacible y sosegado que envuelve el devenir de la vida nacional y por ende el de la sociedad sevillana. Habían pasado ya los tiempos revolucionarios y los vertiginosos cambios de regímenes, y la historia de España iba encontrando en la restauración monárquica un modelo que encauzaba perfectamente los afanes de un pueblo que veía en los comienzos de la industrialización y en el desarrollo de las ciudades, nuevamente, un hilo de esperanza para mejorar su nivel de vida.

 

Sevilla había perdido en gran parte su aire de gran metrópolis y, encerrada en sí misma, se había convertido en una ciudad provinciana, que apenas contaba con un sector comercial al por menor desarrollado, y algunas grandes industrias que comenzaban una tímida revolución industrial.

 

En este ambiente, los vecinos del Postigo, probablemente identificando como una seña de identidad propia la pequeña Capilla, que seguía teniendo ese carácter de tránsito, y que aún sin Hermandad durante todo este período, debió de seguir teniendo culto y cuidado por parte de ellos mismos, deciden reorganizar la Hermandad. En 1885 tiene lugar la primera reunión, debiendo de asistir algunos hermanos antiguos, pues las Actas se continúan en el mismo libro de 1852.

 

Ya no se habla de asistencia a difuntos, pues las municipalidades absorbieron este servicio, ya sólo existe un deseo, el de dar culto y honrar a la Santísima Virgen en el Misterio de su Concepción Inmaculada.

 

Pero no todo iban a ser facilidades en este nuevo caminar. De 1885 a 1925, pocas son las noticias que tenemos, y pocas las reuniones que celebra la Hermandad, y éstas dedicadas casi en exclusiva a realizar elecciones a los cargos. No obstante, se siguieron celebrando cultos, que además debieron de ser lucidos, pues en 1924 se dan las cuentas de la Procesión de 1923.

 

La importancia de la Hermandad en esta época lo atestigua el que el Infante don Carlos de Borbón Dos Sicilias tan vinculado a las costumbres sevillanas, fuera Hermano Mayor Honorario.