Pura y Limpia del Postigo | HOY ESTÁ LA VIRGEN UN POCO MÁS TRISTE…
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HOY ESTÁ LA VIRGEN UN POCO MÁS TRISTE…

06 Mar HOY ESTÁ LA VIRGEN UN POCO MÁS TRISTE…

Cuando el sol empezaba a tardear, el abuelo caminaba con paso sereno para recoger a su nieto del colegio en un camino que muy pocas veces al año recorría por razón de su edad. Aquel jovenzuelo, desde la puerta, levantó su mirada y rápidamente comprendió que aquel no era un día cualquiera. No era frecuente que su abuelo fuera la persona que lo recogiera de la escuela, algo que le llenaba especialmente de ilusión. Sin duda, era mutua.

El abuelo observaba detenidamente la frente de su nieto, aún teñida de un muy pálido color grisáceo, esbozando una sonrisa íntima al comprobar como en aquel colegio aún mantenía inquebrantables ciertas tradiciones, nada frecuentes en los tiempos que corren.

En el camino a su casa, a su paso por el antiguo Almirantazgo de Sevilla, el joven se agarró a la reja de la pequeña Capilla mientras esperaba que su abuelo le diese, como siempre, una moneda que introducir por la ranura de la puerta. «Tírale un beso que hoy está la Virgen un poco más triste», le comentaba el abuelo mientras sacaba el monedero del bolsillo.

La casa seguía tan austera como siempre. Un lugar en donde el tiempo no alcanza a modificar ni alterar nada. Los mismos muebles, el mismo olor, imperecedero, imperturbable y que, sin embargo, a tan jóvenes ojos se configuraba el gran tesoro familiar.

Agarrado de su mano, se dejó guiar por su abuelo hasta una vieja alcoba inutilizada desde aquel día que quedó viudo. Nunca quiso volver a usarla y quedó, como el resto de la casa, a formar parte del museo sentimental de su vida. Allí, el viejo ropero de doble puerta de madera, aquel en el que el nieto siempre quería mirarse en los espejos interiores, esperaba que llegara el día de hoy, como cada año, como seguirá siendo mientras que a su abuelo le aguanten las fuerzas.

Como un ceremonial, con la quietud de un torero al vestirse de luces antes de acudir al coso del Baratillo o como la de un nazareno poniéndose la túnica de terciopelo cada Viernes Santo,  así abría ese cofre del tesoro infantil, que en verdad no era más que un polvoriento guardarropa.

El olor a neftalina sorprendentemente siempre agradó al niño, pues su mente lo asociaba a este momento mágico, cargado de ilusión, en el que por fin las vió, colgadas en sus perchas, esperando que el paso inexorable de tiempo las devolviese a la vida. Las túnicas de nazareno de la familia volvían a salir de su anual reclusión para configurarse en el adorno más bonito de cualquier salón, desde luego, al menos, en la estampa más sevillana.

Efectivamente, el paso del tiempo es inexorable y aquellos románticos recuerdos hace mucho ya que son exactamente eso, solo recuerdos. Aquel pequeño niño de ilusiones cuaresmales ya se ha convertido en padre. Hace mucho que su familia se mudó del Arenal por los mismos motivos de tantos y tantos que despoblaron el barrio para poner nuevos rumbos familiares.

Pero hoy, aquel niño ha cogido de la mano a su propio hijo, lo ha llevado al barrio de sus mayores para, tras ir a la Santa Misa de imposición de la ceniza, agarrase a la reja de la Capilla del Postigo, como él se agarraba cada año de manos de su abuelo, como lo sigue haciendo cada vez que cruza tan pintoresco arco.

«¿Ves a la Virgen?, hoy está un poco mas triste. La Pura y Limpia, por encima de todas las cosas, de ser una Inmaculada Concepción y no tener lágrimas en los ojos… también es madre de Jesús,  y al igual que todos los cristianos, se preparara en estos días para volver a revivir la Pasión, Muerte y Resurrección de su Hijo», le explicaba didácticamente a su hijo, tal y como recuerda que siempre hicieron con él.

Un miércoles de ceniza más, Sevilla vuelve a conjugar la dualidad eterna en la que vive la cuidad. El carácter reflexivo, penitencial de una nueva Cuaresma, con la juvenil ilusión de los preparativos hacia la fiesta mayor del ciudad.

La Sevilla dual, la Sevilla eterna, que revive de nuevo sus días «señalaítos» como si fuera la primera vez, como si fuera la única, para abrir puertas y ventanas a una nueva Semana Santa y exclamar a los cuatro vientos que,

¡ YA SE HA HECHO CUARESMA EN EL POSTIGO DEL ACEITE !

Hoy, en la Pura y Limpia recordamos esos cuarenta días que pasó Cristo en el desierto, preparándose para su Muerte. Hoy nos probamos también el hábito penitencial para prepararnos para una nueva Semana Santa. Hoy, sin duda alguna, es un día marcado en el calendario del Arenal, en donde la PURA Y LIMPIA empieza a ESTAR UN POCO MÁS TRISTE.

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